El olor de las balas

 

Esta historia podría tener un lugar, pero porque uno si puede ser en tantos escenarios posibles a la vuelta de tu casa en un parque centro comercial en el campo en el desierto etc.… en un país ciudad pueblo zona rural, pero si es la historia de Jacobo y Ernesto 2 hermanos de 10 y 8 años que todos los días tienen que abandonar su hogar una pequeña vivienda de no mas de 20 mts2 de lunes a viernes lo hacen para ir a su escuela a mas de 2 horas de camino y de sábado y domingo para acompañar a sus padres al trabajo o quizás algún día a comprar algo de comer, lo curioso en el entorno por donde caminan se escuchan los sonidos de la guerra casquillos de bala regados por los hermosos caminos  abandonados por el gobierno helicópteros sobre volando los bellos cielos que un pueblo como este nunca habían visto y que son el espectáculo para los más jóvenes ellos lejos de entender su realidad sonríen y siguen su camino pues puede hacerse tarde para entrar a la escuela donde la profesora los espera ansiosos para dictar su clase.

Quizás alguno de estos jóvenes que a pesar de su esfuerzo y dedicación pueda salir adelante llegar a convertirse en doctor abogado ingeniero o solamente sea un escudo de guerra entre algún grupo subversivo y el gobierno nacional

Sus padres se aferran a la más mínima posibilidad que el gobierno los voltee a mirar y pueda ayudarlos mientras ellos trabajan en los campos que surten las frutas y verduras que llegan a nuestras mesas, nosotros lejos de aquella desconocida realidad que viven millones de personas solo prendemos la tv para que alimente nuestras vidas llenas de propagandas que nos invitan al consumismo

Lo triste de la historia los 2 hermanos no pudieron salir de su corregimiento no fueron ni doctores ni abogados ni mucho menos pudieron terminar su escuela o ayudar a sus padres terminaron motilados por una mina antipersonal que instalaron grupos subversivos para alejar a las fuerzas militares de ese pequeño pero hermoso pueblo donde el narcotráfico es su Dios y la cocaína es su pan de cada día